Una mujer robot y otros cacharros tecnológicos. De niño imaginaba mundos muy avanzados en tecnología. En lo personal, me agradan mucho todos los gadgets que facilitan nuestra vida diaria, incluyendo ésa que nosotros mismos hemos inventado: la vida virtual.
Pongámonos a pensar: A principios de siglo XX la gente podía vivir incomunicada e ignorante sobre acontecimientos mundiales sin repercutir fuertemente en su andar cotidiano. Hoy en día, parece que existimos quienes (aunque lo neguemos) no podemos respirar sin estar al pendiente de Twitter o Facebook. Hemos mutado poco a poco para estar conectados con torrentes de información casi instantánea y aprender de ella tanto como esta tecnología "aprende" de nosotros.
Unidos a ella (tecnología); y ella unida a sus semejantes: porque cada vez son más las aplicaciones y gadgets que se sincronizan con otros servicios para optimizar sus funciones. Estamos unidos y conectados todos - coexistiendo - como jamás se hubo imaginado en siglos anteriores. Y eso es bueno, tenemos al alcance de unos cuantos clics gran parte del compendio informativo, histórico, cultural y científico que el humano ha logrado recopilar a lo largo de su existencia.
Pero a mayor avance tecnológico, mayor la dependencia humana a éste. Y a mayor dependencia, mayor el peligro de colapsarse el sistema de vida moderno de los seres humanos.
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