Lo sé. Soy el joven que no se parte en dos; recto, firme y terco; con mis aires de cinismo cuando quiero; exigente con otros y con mi propio ser; coleccionista de conocimientos; devorador de cuentos y de sueños; impuntual y noctambulo; frío, calculador y metódico; argumentador irrebatible; dedicado en lo que hace; escucha de las historias del mundo; y hasta "rompe-corazones" (según esto).
Pero - al final - sólo soy un niño por dentro, que pide del mundo una sonrisa y un abrazo.
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