-¿Te cambiaste de compañía? Ahora las llamadas nos costarán
más...
-Ésta me gusta más, tiene mucho mayor cobertura. La señal no
fallará tanto y podré llamarte a larga distancia, que es lo importante...
Deberías cambiarte tú también - conmigo - y así nos saldría mucho más barato.
-Pedorro, ya sabes que no cambio mi celular con plan por
nada.
-Lo sé, lo sé. Oye, ya no creo que me presten el auto; me
enojé con mi madre anoche.
-¡¿Cómo?! ...Pero ¿por qué, pedorro?... ¿Qué fue lo que
hiciste ahora?
-Dice que comunicación es lo peor que pude haber
decidido estudiar. Reñimos anoche. Mi padre está de acuerdo conmigo, pero el
auto es de ella.
Le gana la risa. Apenas recobra el aliento, para decirle:
-Tu mamá es todo un caso, pedorro; igual que tú.
El metrobús pasa cerca del metro Balderas. Es cuando, por
caprichoso, el Sol se decide colar por la ventana y calar así los ojos del
chico. A lo lejos, una chava con tintes de "pseudo chic" le intenta coquetear; él
sólo pestañea, y con fuerza toma la mano de su acompañante.
-Pedorro, me llamarás... ¿Verdad?
-¡¡Oyeee!!.. Eso ni lo dudes; sabes que no sabría qué hacer
sin ti.
-Pero si sólo son ocho meses, pedorro; no me voy para toda
la vida--- lo dice tranquilo, pero presintiendo que serán más.
-Me dejarás 8 meses... Y lo peor es que no quieres ni
cambiar de compañía telefónica.
-Oye, que tampoco es para hacer un drama, pedorro. Sabes que
jamás te dejaría sólo... Sólo será hasta el verano. Confía en mí, yo sé que
sobreviviremos a esto... también.
El metrobús ya realizó dos paradas más. Algunas personas
están de pie; curiosamente los días soleados en invierno parecen ir
relacionados con más gente en el transporte público. Le pasa una mano por
detrás a su acompañante, rodeándole la cintura con su brazo. Algunos curiosos
se les quedan viendo, pero nada más; la mayoría, ni se inmuta. Otro día
habitual en la Ciudad de México.
-Hace mucho Sol para ser invierno, ¿no crees?... Ya hasta me
está dando sueño, jaja.
-Siempre te anda dando sueño. Jajaja
Entonces, recuesta su cabeza sobre sus piernas y lo abraza.
Lo mantiene junto a él, como un niño pequeño. Después, le dice:
-Mejor duerme, que aún nos falta bastante camino.
-......Sí....gracias ---responde ya bastante somnoliento ---
Por cierto, te amo.
Suspira y aprieta los ojos, sonriente; se deja vencer por el
sueño. Él le acaricia los cabellos y después le susurra al oído:
-Yo te amo más, pedorro. Yo te amo más.
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